Todo empezó en un trozo de sus labios
mientras nos besábamos me creía el príncipe del cosmos
me imaginaba comprándole parcelas en la luna
poniendo a su nombre las estrellas
me imaginaba veraneando a orillas del cielo
Ese fue mi primer beso, con veintitantos
tan borracho como para saber que la quería
un instante, un momento
un minuto para perder lo poco que me quedaba
Y así llegó su novio, el príncipe anfibio
el socio de la bruja del cuento
demasiado guapo para beneficiarme a su pareja
pero él ni se dio cuenta
solo salía de su ombligo para comprar tabaco
La chica se desprendió de mí
con una habilidad extraña para sus años
me presentó como el primo de Albacete
a él le di la mano
ella se quedó con lo demás
desaparecí como un payaso de arena jugando con el viento
como una pompa de jabón en la bañera
y sin darme cuenta había cometiendo otro delito
una vez más contra este corazón pasado de latidos
pero aun así sabía que volvería a verla
me debía algo
tenía todo mi derecho a recoger lo que era mío
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