El último escenario

El último escenario

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Pequeños pero matones

Pronto,
no tardaré en llegar,
por debajo de tu piel
me sigo deslizando,
espera,
disfruta de ser tuya
un momento más,
soy una serpiente
y me alimento de tu veneno,
no encuentro cloacas en ti,
tardaré en salir.


Has vuelto a caer
libertad,
has vuelto a caer
en un jardín de ramas secas,
ligera como un pétalo
sorbiendo la ingravidez
a la muerte.


El tiempo
teje relojes para atraparme
y yo me impongo
continuas despedidas


Siempre hay un cristal
por el que pasa indiferente
el mundo
y desde el cual miro
viendo morir el tiempo.


Resto una porción
de tiempo 
a la eternidad
para que salgan
mis años,
y se quede
la infinita muerte.


El vientre súbito
de la ciudad
despierta sus sueños,
en la cartografía indefensa
de sus esquinas,
los duerme.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Un poema en el que está la palabra navidad

Barítonos que escupen
aristócratas de acento depravado
el relieve de la falda de su alteza
corona de una tarta de invitados
monárquico en el trono del lavabo
notarios sin diploma
personas de cachet en la cocina
farándula en declive
ocaso de las cosas de palacio
payasos para entrar en la oficina
navidad por el túnel de lavado
cloroformo para tomar el telediario
final de la partida


jueves, 22 de diciembre de 2011

Un soneto en el que mato a la locura

Pienso durante el humo del cigarro
sobre su cementerio de colillas
pienso qué fue del mar en las orillas
si el agua es prisionera hasta del barro

Pienso entre la crueldad de las comillas
pienso en la comisura del desgarro
sangro sin compasión y a bocajarro
siendo malabarista entre cuchillas

Como estará el color de la fortuna
por donde se entrará a la sepultura
qué tal le irán las cosas a la luna

Y en nombre de la voz de la cordura
sentado en el extremo de una cuna
dicto la extremaunción a la locura



miércoles, 21 de diciembre de 2011

La niebla

La niebla siempre está disimulando,
disimulando las calles desiertas,
el silencio arterial de campos y montañas,
la niebla se deshace en el rocío,
que es el íntimo legado que la noche
abandona en la quietud de la mañana,
y en ella escucho la voz profunda del invierno,
hojas de cristal que crujen
bajo los pasos más hondos de diciembre, 
el arroyo interpretando el lenguaje
de sus peces,
la niebla se define cuanto más se difumina,
es de todos los sitios del paisaje,
elástica piedad sobre la hierba,
crepuscular deleite desde el cielo,
melancólica de paso en los lugares.


martes, 20 de diciembre de 2011

Guantes a mí!!!!

Preciso un guante para cada caricia,
de agua, de fuego, de noche y de día,
y así rotar de estigmas sin esfuerzo
para cada secuencia de la vida,
incluso para tocar a cámara lenta
las cumbres del trigal de la existencia,
también para alternar tortazos a la luna,
al sol, a las estrellas, al cielo, al mediodía,
para robar en mis sueños,
y no tenerme que dejar las huellas dactilares
dormidas en mi almohada,
exijo guantes blancos para el timo,
para el golpe del siglo de cada día,
y así desbalijar valijas al cartero,
leer todas las cartas, diseccionar remites,
distorsionar postdatas,
pero si quiero guantes para algo concluyente,
es por si araño el nicho,
si resucito en muerte.




domingo, 18 de diciembre de 2011

Extraña noche día

Por la noche se amontonan heridas,
se avecinan las sombras del sombrero,
se ilumina la luna desde el suelo
cuando la lluvia estampa su caída ,
tal vez todo esto es signo de nostalgia,
pero si pronta llega la mañana,
las cosas cambian, el todo es la nada,
la realidad esquiva burocracias,
los minutos incumplen el horario,
los enemigos pierden sus promesas,
de repente al mundo le interesa
ser la parte más calva del calvario,
se crecen en la plaza las esquinas,
los perros son los amos del cartero,
Cantinflas vence en duelo al mosquetero,
no le salen las cuentas a la vida.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Un día cualquiera

Para qué quiero bigote,
todavía te quiero sin prejuicios,
él tenía diez años,
su madre cuarenta,
su abrazo fue de lunes por la tarde,
ella nunca se imaginó
que era la última vez que lo vería,
al día siguiente el chico
se masturbó con un calendario
que su padre guardaba en la guantera de su coche,
todos ese mes quedó manchado
por el enigma descifrado de su cuerpo,
la mañana siguiente su madre
lo llevó como todos los días
al colegio,
ese día no hubo abrazo.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Mi último escenario.

Mi último escenario,
tríptico de un ser multicromático,
manifiesto fugaz en el gaznate,
Quijote remolón en las entrañas,
impávido en cartón aletargado,
como proscenio el horizonte,
el confín de la palabra,
los pies del vértigo colgando,
borracho en el acantilado,
el cada paso del ciego,
de ciclorama un cielo recatado,
vacas espolvoreando el pasto,
la disciplina de las moscas,
el garabato de los rayos,
el centinela del desliz
de una luna al son de lo pactado,
de concurrencia cuerpos suspendidos,
legañas a sueldo en las miradas,
mujeres de bien en desconcierto,
¿y las butacas?,
se dice que fueron tumbas casi granas,
lágrimas de cuero,
necrópolis del silencio,  
el páramo en el que las personas
como gotas de lluvia,
musitaban sin labios cascotes y vestigios,
reliquias de mi hacer en el tablado.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Ya no quiero más princesas

Ya no quiero más princesas,
ni el bufido de esa cenicienta
metiendo prisa al tiempo,
ni el embiste, ni el bulo,
ni el chisme, ni el infundio,
ni la patraña de la hora del café del centro,
tampoco quiero licencias
para tocar la luna,
ni patrón para coser
las sombras en mi cuerpo,
quiero darme cuenta del vigor de mis latidos,
cuando el cielo me recuerde que soy
la suma de todas las estrellas,
alcanzar el insondable sueño del cadáver ,
que aún bajo tierra eriza el césped
que piso descalzo,
y despertar las veces que me deje el alba,
quiero gritar bajo los mares,
en lugar de una jaula cien colmenas,
quiero colmar el término privado
de aquella lengua que encienda mis palabras,
redescubrir el vientre más lejano
de la noche,
ese en el que reposé varias veces,
antes de calcinarse los pétalos mordidos
por el fuego,
quiero escribir debajo de mis letras,
que el árbol empuñe con fervor sus hojas,
que arañen nerviosas sus raíces la arcilla,
y perdure por siglos en este cementerio que es la vida,
que despierten por fin
las tardes que murieron en aquel cuerpo,
al menos en un lugar
cercano a mis recuerdos,
que colinden las nubes con el suelo
cuando vuelva de mendigar paseos a las calles ,
para que ciego camine
con el único pretexto
de hallar el hueso de la luz,
palparlo hasta hacerme de día,
y no volver a sofocar la claridad
que ante mis ojos se desploma
cuando veo la mañana.