Mujer de la vida,
que comes verdura en la
cima
del hambre,
-castigo del hombre-
Que comes por media persona
dos veces al día.
Mujer de la vida,
te cuidas a base de pizcas,
de trozos de partes de
restos de trizas,
trinando en tus tripas
se escucha el gemido
de tristes espacios vacíos.
Mujer de la vida,
que exiges al cuerpo
dos horas de esfuerzo
corriendo embutida
en mallas de talla de niña,
que comes cumpliendo las
reglas internas
del rey de la fibra.
Mujer de la vida,
incapaz de hacerle daño con
tus dientes
a una especie protegida,
pretendida, presumida,
prohibida,
precavida en las esferas de
la carne enrojecida.
Me dices que engordas a
cada suspiro,
tú, la diosa del circo del
kilo
sobrante en el culo,
que pasas por nadie en la
clase
de fitness más dura del
mundo.
Tú, con tu piel de papiro
mojado temblando
en tu cuerpo desnudo,
cuando bailas sumida en tus
sueños
de fama imposible dormida en
tu orgullo.
Mujer de la vida,
mirando el espejo contemplas tu
triste figura,
y rojos tus ojos se tornan
al ver los despojos que el
juego del tiempo
provoca en tu pecho,
y lloras sabiendo que en
solo un momento
saldrás a la calle
corriendo,
montada en el viento,
queriendo olvidar que la
edad,
es el riesgo que corres
viviendo.