Siempre al otro lado de la barra
Con esa sonrisa inalcanzable
Dando saltitos encima de mi cráneo
Siempre con brillantina en el escote
Con piernas de tembleque en mis rodillas
Cautivando fornidos mentecatos
Siempre con ese aire huracanado
Con esa tempestad en las mejillas
Con esa lluvia de cianuro en mis deseos
Siempre con esa corona de piropos en la mente
Estirada desde sus pies a las estrellas
Conservada por los siglos de mis vicios
Siempre cambiándome de sitio las palabras
Posando al otro lado de mi vaso
Cumpliendo su objetivo
Siempre vuelvo a mirar su cuerpo de vahído
Me quedo pensativo y desarmado
Y le pido la penúltima
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