Eras el malo de la clase
con tus zapatos de patada fácil,
con tu marrón a cuestas por el patio,
con tu reputación pactada con el diablo.
Me acuerdo de la planta de tus pies en mi pechera,
corrillos de vasallos pidiendo mi cabeza,
tu cara de vendetta en los pasillos.
Pero el tiempo como siempre
sacó pecho,
cambió tu rigidez a medias tintas,
en dos años te dejaste la estatura
por el camino,
aparecieron nuevos jefes del asfalto,
te comieron los dientes las esquinas,
ortodoncia, miopía y espinillas,
lo de siempre.
Te superó la infancia,
te pasó por encima,
la vida fue más dura
que tus puños de arcilla.
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